Carta a tí...




     Hay muchas cosas de las que sucedieron ayer que hoy comprenderás, era el paso mas obvio y mas sincero de amistad hacia alguien, a un amigo no se le oculta nada, ni lo mas mínimo por que se perdería la esencia de todo lo que embarca esa jornada llamada amistad.

     Y bien, esta carta va dirigida a ti, mujer sin nombre, quiero que sepas que esta es mi única forma de expresarme, de decirte sin rodeos todo eso que desemboca hasta el día de ayer, no puedo seguir ocultando algo tan obvio, algo sucedió esa noche que vi por primera vez tus ojos, en aquella mesa de aquel café bar que cobijo por un segundo eterno el cruce inevitable de nuestras miradas, lo supe desde ese momento, mas no quise prever lo que pasaría después, y es que todo fue tan de prisa y tan espontáneo, que me maravillo tu mundo, tus cosas y tus muecas, tus muecas...  esas que aún ahora me provocan mil sonrisas furtivas a lo largo del día, tus ojos que parecen incrustados en mi mente como si fuesen una especie de escape a lo cotidiano, a lo mundano, y que aseguran que mi camino sea simplemente increíble, y aclaro dejando bien plantado esto, yo jamás confundí nada contigo, sabía perfectamente lo que eras y como hacía mi venías, y fue mi toro lo que agarre por esos cuernos, solo yo decidí así, a secas que te amaría, creo que es algo que no me pasa tan seguido, por que no tan seguido encuentras personas tan maravillosas en la vida, las hay de todos tipos y todas son especiales y magnificas, pero solo pocas atraen con esa fuerza el alma, solo pocas afectan con esa fuerza el curso de tu vida, me hacías falta sabes, me hacías falta en estos que son mis días, que rebozaban en calma y agonía, les diste un sabor inconfundible a mis tardes, a mis noches de franca e inocente compañía, jamas fue mi pretensión buscar tu cuerpo, por que cuerpos los hallo donde quiera, fue la conjunción del alma tuya con la  mía, eso exactamente lo que de ti sin prisas y sin dudas me atraía, y aun me atrae.

     No espero que cambies tus posturas, ni espero los milagros de la vida, se bien todos los dogmas y matices que ahora nos separan y estoy consiente de la hora y el tiempo, de los años y las metas, de los sueños cual cometas que de a poco nos separan, estoy consiente que mi otoño no es para abrigar tus primaveras, pero fue lindo ser por un momento en este invierno contigo, la flor de la canela. 

     Sin duda alguna fue un ciclo perfecto esto que vivimos, las risas, las manos, los roces inciertos, el juego inevitable que dejaba sin caprichos a la vida, las horas compartidas y los bailes, la plática... tus ojos enclavados por segundos en los míos, tus manos sujetando por segundos estos dedos míos, y esa tarde que del brazo me tomaste y caminamos, todo fue divino e importante, exacto...

     Hoy no vengo a suplicarte nada, mi amistad será para ti siempre infinita, y si yo te he confesado lo que siento, es por que así yo entiendo, que deben valorarse a los amigos, que una verdad jamás puede ocultarse y que no es bueno vivir de cualquier modo bajo el rostro de algo que es mentira, que si seguimos siendo amigos algún día, no hoy, mañana u otro día, pero si si la vida nos hace tropezarnos frente a frente cualquier día.

     Me despido de ti, esperando lo comprendas, que no fuiste tu ni yo la causa de esto que puede ser ahora una afrenta, fue solo que cuando el alma se desborda, y el agua de tus ojos corre libre, se antoja sin duda empaparse de tus horas y volverse de tus mañanas el guardián de tus auroras.

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